La amniocentesis es una prueba diagnóstica prenatal que permite obtener información genética y cromosómica del bebé durante el embarazo. Se realiza extrayendo una pequeña cantidad de líquido amniótico —el fluido que rodea y protege al feto dentro del útero— ya que este líquido contiene células fetales que reflejan la información genética del bebé.
¿En qué consiste el procedimiento?
Se lleva a cabo generalmente entre la semana 15 y 20 de embarazo.
Con ayuda de una ecografía en tiempo real, el especialista introduce una aguja muy fina a través del abdomen materno hasta llegar al saco amniótico.
Se extrae una pequeña muestra de líquido (aprox. 15-20 ml), suficiente para analizar sin riesgo para el bebé.
El procedimiento dura pocos minutos y no requiere anestesia general, aunque puede provocar una ligera molestia similar a un pinchazo.
¿Para qué sirve?
La amniocentesis permite:
Detectar anomalías cromosómicas (como el síndrome de Down, Edwards o Patau).
Identificar alteraciones genéticas hereditarias (como fibrosis quística o distrofias musculares).
Evaluar el riesgo de enfermedades metabólicas.
En casos concretos, estudiar infecciones intrauterinas o maduración pulmonar fetal.
¿Dónde se realiza?
La amniocentesis se realiza en un hospital o clínica especializada en medicina materno-fetal, en una unidad de diagnóstico prenatal con personal experimentado y equipamiento ecográfico de alta resolución.
Seguridad y riesgos
Aunque es una técnica segura, la amniocentesis conlleva un riesgo muy bajo de complicaciones (menos del 0,5%), como pérdida de líquido, infección o aborto espontáneo. Por ello, siempre se indica de forma individualizada y tras asesoramiento genético.
Amniocentesis
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