La histeroscopia quirúrgica es una técnica mínimamente invasiva que permite tratar de forma directa alteraciones dentro de la cavidad uterina que pueden afectar a la fertilidad o provocar síntomas ginecológicos. Se realiza introduciendo un histeroscopio (un tubo delgado con cámara) a través del cuello uterino, lo que permite al especialista visualizar el interior del útero y, al mismo tiempo, tratar la patología detectada.
¿Cómo se realiza?
El procedimiento se lleva a cabo en quirófano de un centro hospitalario, generalmente bajo anestesia ligera o sedación.
Se introduce el histeroscopio a través de la vagina y el cuello uterino hasta la cavidad endometrial.
Mediante instrumentos muy finos, se pueden eliminar pólipos, miomas submucosos, adherencias (sinequias), tabiques uterinos u otras alteraciones.
Todo el proceso se guía con visión directa, lo que garantiza precisión y seguridad.
Indicaciones más frecuentes
La histeroscopia quirúrgica se utiliza para tratar:
Pólipos endometriales.
Miomas submucosos.
Adherencias intrauterinas (síndrome de Asherman).
Tabiques uterinos o malformaciones menores.
Alteraciones endometriales que interfieren con la implantación embrionaria.
Ventajas
Técnica mínimamente invasiva y conservadora.
Permite diagnosticar y tratar en un mismo procedimiento.
Recuperación rápida, generalmente con alta el mismo día.
Preserva la anatomía y funcionalidad uterina.
Recuperación
Tras la intervención, la mayoría de pacientes retoma sus actividades normales en 24-48 horas. Puede presentarse un sangrado leve o molestias similares a la menstruación. El seguimiento posterior asegura la correcta cicatrización del endometrio y la recuperación de la cavidad uterina.
En conclusión, la histeroscopia quirúrgica es una herramienta fundamental en reproducción asistida, ya que permite restaurar un útero sano y receptivo, aumentando así las posibilidades de lograr un embarazo.